Hace poco, buscando una cita, releí un artículo que, a pesar de lo antiguo sigue vigente. También el blog psiquiatria pitiusa se hace eco del mismo. La traducción dista de ser perfecta, pero es mejor que lo que te da Google. El original esta aqui. Vosotros mismos.
Como la escucha no-diagnóstica llevó a una rápida "recuperación" de una esquizofrenia paranoide. (por Al Siebert, PhD)
Extraido del Journal of Humanistic Psychology, Vol. 40, No. 1, Winter, 2000. pp. 34-58.
Resumen
Cuando era psicólogo residente en
un instituto neuropsiquiátrico en el año 1965, llevé a cabo una entrevista
experimental con una mujer de 18 años de edad, diagnosticada de
"esquizofrenia paranoide aguda." Yo había sido influenciado por los
escritos de Carl Jung, Thomas Szasz, y Ayn Rand, y estaba perplejo acerca de
los métodos para la formación de psiquiatras que no se reportan en la
literatura. Me preparé para la entrevista haciendome preguntas. Me preguntaba
qué pasaría si yo escuchaba a la mujer como
un amigo, evitando que mi mente la diagnósticara, y la interrogaba para ver si
existía algún vínculo entre los acontecimientos en su vida y sus sentimientos
de autoestima. Mi entrevista con ella fue seguida por su rápida remisión.
Este relato plantea
importantes cuestiones sobre:
1. la
poderosa influencia de la posición mental del
entrevistador y la forma de relacionarse con los pacientes que perciben como "esquizofrénicos",
2. aspectos
de la formación y prácticas psiquiátricas que nunca han sido investigados,
3. por
qué los psiquiatras tergiversan lo que se conoce científicamente de la "esquizofrenia",
y
4. por
qué la literatura psiquiátrica no dice nada acerca de las características de
personalidad de las personas que se recuperan completamente de su supuesta
"esquizofrenia" y los procesos por los que se recuperan.
Mis funciones como
psicólogo de plantilla en el Instituto Neuropsiquiátrico del Hospital de la Universidad de Michigan en 1965 incluía
asistir a las "rondas" de la mañana. El personal se reunía en una
pequeña sala de conferencias a las 7:30 de la mañana a escuchar diversos avisos
e informes sobre las admisiones de pacientes y las altas.
Una mañana, la jefa de enfermeras
de la sala cerrada informó la admisión de una mujer de 18 años de edad. El
psiquiatría residente que la admitió la noche anterior, dijo que "Los
padres de Molly la trajeron. Ellos nos contaron que Molly pretende que Dios
habló con ella. Mi diagnóstico provisional es que es una esquizofrénica
paranoide. Ella es muy retraída. No quiere hablar conmigo ni con las
enfermeras. "
Durante varias semanas los informes
matinales sobre Molly fueron los mismos. Ella no participaba en ninguna de las
actividades de la sala. No quería hablar con las enfermeras, su trabajador
social, o su médico. Las enfermeras no podían conseguir que se peinara o que se
arreglara.
Debido a su retraimiento y la falta
de respuesta a los esfuerzos del personal, el psiquiatra supervisor, David
Bostian, dijo al residente a cargo de Molly que comenzara los planes para su traslado
al Ypsilanti State Hospital. Bostian dijo que el hospital de la universidad era
un centro de enseñanza, no un lugar que pudiera tener pacientes que necesitan
tratamiento a largo plazo.
La opinión generalizada era que ella
estaba tan gravemente esquizofrénica paranoide que seguramente pasaría el resto
de su vida en la sala de atrás.
Decidí que, puesto que iba
encaminada hacia el "nido de víboras", esta era la oportunidad de
entrevistar a un paciente psiquiátrico de una manera muy diferente de cómo
había sido entrenado en mi programa de psicología clínica. Le pedí al médico de
Molly, un residente de tercer año, el permiso para administrar algunas pruebas
psicológicas y una entrevista antes de que ella fuera trasladada al hospital
estatal. El residente dijo que podía intentarlo, aunque no esperaba ningún resultado
de mis esfuerzos. Contacté con la enfermera jefe y dispuse un encuentro con
Molly a la mañana siguiente en el comedor de la sala.
En casa esa noche me preparé para
la entrevista con Molly, reflexionando sobre un grupo de los siguientes cuatro
temas y preocupaciones:
1. Después
de leer El mito de la enfermedad mental de Thomas Szasz (1961), comencé a notar que tan
solo veía una "enfermedad mental" en alguien cuando yo estaba en el
hospital con mi bata blanca, trabajando de psicólogo. Cuando estaba
fuera del
hospital, nunca pensé que nada de lo que la gente expresara fuera "enfermo",
no importa lo extravagante de sus palabras o acciones. Me pareció interesante
que mi percepción de "enfermedad mental" en la gente fuera tan
situacionalmente influencia.
2. Me
hallaba confundido acerca de un aspecto no investigado y no documentado sobre
la manera como
los residentes psiquiátricos hablan a los enfermos mentales recien ingresados.
En nuestro instituto los residentes psiquiátricos tenían que convencer a cada
uno de sus pacientes que eran "enfermos mentales". Estuve presente en
la oficina de un residente, por ejemplo, durante una pelea a gritos con un
paciente, Tony, quien se negó a creer que estaba "enfermo mental".
Tony era un trabajador de fábrica desempleado de 20 años de edad. Se encontraba
en nuestras instalaciones para un examen ordenado por la corte por haber
golpeado a su padre en una pelea a puñetazos. También estaban presentes en la
sala su esposa, un trabajador social y un fuerte auxiliar.
El psiquiatra residente, dijo
"Tony, tu comportamiento es enfermizo. Podemos tratarte aquí como un ambulatorio, pero
debes entender que eres un enfermo mentale antes de que podamos hacer algún
progreso."
Tony gritó "No, yo no lo soy! Vosotros
médicos estaís locos si pensaís que soy un enfermo mental!"
Residente: (alzando la voz) "Hemos
discutido antes sobre esto. Debes creer que eres un enfermo mental o no podemos
ayudarte!"
la cara de Tony se
puso roja. Sus fosas nasales se encendieron.
Su respiración se aceleró. Gritó, "No soy un enfermo mental!"
La esposa de Tony se
acercó y puso su mano sobre su brazo.
El residente gritó "Sí que lo eres!"
Tony: "No, no lo soy!"
Residente: "Sí que lo eres!"
Y así siguió.
Por último, el residente negó con la cabeza y le dijo al
asistente "llevatelo de vuelta."
Tales discusiones entre los residentes de psiquiatría y
los pacientes eran frecuentes. Busqué en la
literatura psiquiátrica, pero no pude encontrar ninguna investigación acerca de
por qué es esencial en las primeras etapas del tratamiento psiquiátrico convencer a los
pacientes que deben creer que son enfermos mentales. ‘Cómo vivir con la
esquizofrenia’, de los
psiquiatras Abram Hoffer y Humphry Osmond ( 1966), contiene una declaración por
escrito típico de lo que comunmente se dice a los pacientes:
Como
paciente, usted tiene una grave responsabilidad hacia sí mismo y hacia su
familia de recuperarse. No tendrá ningún problema si usted está convencido de
que está enfermo. Pero no importa lo que piensa, debe hacer todo lo posible
para aceptar la declaración de su médico de que está enfermo ... (p. 153).
La literatura psiquiátrica contiene algunos artículos y
discusiones sobre la "falta de discernimiento [insight]" en los pacientes (McEvoy et al.
1989), pero no hay una investigación que explore la validez o justificación
terapéutica de los esfuerzos para convencer a las personas de que están
enfermas.
Tales esfuerzos, rutinarios en nuestro instituto, creaban
algunas situaciones extrañas. Por ejemplo, hemos escuchado en las rondas del personal acerca de
un hombre que ingresó en nuestro servicio con diagnóstico de "estado de
paranoia aguda". Su principal queja era que la gente estaba tratando de
forzar pensamientos en su mente. Tenía curiosidad acerca de su experiencia
desde su punto de vista. Obtuve permiso de su psiquiátra residente para
entrevistarlo. Un ayudante trajo al hombre, a quien voy a llamar a Ron, a mi
oficina. Tenía 25 años de edad, metro
ochenta de alto, bien afeitado, en buena forma física, y muy bien vestido con
pantalones y una camisa limpia. Me dió la mano y se movia con confianza.
Después de que se sentara, le pregunté "¿Por qué estás aquí en el
hospital?"
Ron: "Mi mujer y la familia dicen
que no pienso cuerdamente (aprieta la mandíbula). Dicen que hablo locuras. Me han presionado a venir aquí".
"Es un ingreso voluntario, ¿no?"
Ron: "Sí. No servirá de nada; son ellos
los que necesitan un psiquiatra".
"¿Por qué dices eso?"
Ron: “Trabajo de comercial en una gran
empresa. Todo el mundo ahí va a su bola. No me gusta. No me gusta engañar a las
personas o presionarles a comprar para llenarme los bolsillos. Los demás lo
hacen .. egoísmo, arañando para salir adelante. Traté de hablar con mi jefe,
pero dice que tengo una actitud equivocada. Me tiraniza continuamente."
"Entonces, ¿cuál es el problema con tu
familia?"
Ron: “Hablé de dejar de fumar e ir a la
escuela de veterinaria. Me gustan los
animales. Me gustaría ese trabajo. Mi esposa dice que no pienso correctamente.
Ella quiere que me quede en la empresa y trabaje hasta ascender. Ella fue a mis
padres y los convenció [de su postura]. "
Hablamos un rato acerca de cómo su esposa y sus padres
querían que él viviera a la altura de lo que soñaron para él.
Dije: " todavía no veo la razón de porque estás
aquí."
Ron: "Están molestos porque empezé
a gritar lo egoístas que son. Mi mujer quiere un marido que gane dinero a lo grande,
sea propietario de una casa de lujo, y conduzca un coche caro. Ella no quiere
ser la esposa de un veterinario. Ellos no pueden ver lo egoístas que son tratando
de hacerme encajar en un patrón que los haga felices. Todo el mundo me dice lo
que debería pensar y lo que debería hacerme feliz. "
"Así que les dijiste lo egoístas que son?"
Ron: "Sí. No pueden encajarlo porque
creen que sólo están interesados en mi bien."
Se hundió en su silla y se mantuvo el rostro entre las
manos.
"¿Le dijiste al médico de admisión acerca de ellos
tratando de hacer que pienses correctamente, verdad?"
Ron: "Sí. Todo el mundo está
tratando de lavarme el cerebro. Mi mujer, mis padres, el jefe de ventas. Todo
el mundo está tratando de impulsar su forma de pensar en mi cabeza".
"¿Cómo te sientes acerca de todo esto?"
Ron: "Me siento enojado. Ellos
dicen que han hecho esto para ayudarme, pero yo no les importo. Son todos unos
egoístas. Me temo que les incomodo en sus apretados pequeños mundos. Yo no
debería estar aquí."
Vi que el doctor Ron actuó obedientemente con su
formación cuando diagnosticó a Ron como
paranoico. La consecuencia, sin embargo, fué un doble vínculo "enloquecedor"
para Ron.
En esencia, su médico le estaba diciendo, "Porque
crees que la gente está tratando de forzar pensamientos en tu mente, debes
aceptar en tu mente la idea de que tienes una enfermedad mental." Dos días
más tarde, Ron salió. Se rumoreó que se fué para California.
Estos incidentes me ayudaron a ver lo intensamente que
los psiquiatras fuerzan sus palabras y pensamientos en las mentes de los
pacientes sin darse cuenta de lo que están haciendo.
Cuando un paciente no está de acuerdo, esto es diagnosticado
como "resistencia", "falta de discernimiento [insight]", y considerado como otro signo de
la "enfermedad mental".
3. Durante
las reuniones de admisión había observado que cuando un paciente era reportado ‘habla
de forma extraña’, el personal reflexivamente declaraba la persona
esquizofrénica". Diagnósticar parecía más importante que
comprender.
Nadie parecía influenciado por Carl Jung (1961), quien
dijo en su autobiografía, "A través de mi trabajo con los pacientes me di
cuenta de que las ideas paranoides y alucinaciones contienen un germen de
sentido .... La culpa es nuestra si no las comprendemos .... Siempre fue
sorprendente para mí que la psiquiatría hubiera tomado tanto tiempo para
examinar el contenido de la psicosis "(p. 127).
4. Yo
acababa de leer el libro de Ayn Rand, La Rebelión
de Atlas (1957). Estaba impresionado con su
interpretación de cómo la necesidad de auto-estima influye lo que hacemos,
decimos, pensamos y sentimos. Yo venía notando, por ejemplo, que
cuando alguien hace una declaración de muy alta autoestima, la mayoría de la
gente reacciona negativamente e intenta desvalorizar la persona. Me preguntaba
qué habría de malo en pensar bien de sí mismo.
Mis preguntas
Cuando me preparaba para mi
entrevista con Molly al día siguiente, desarrollé cuatro preguntas para mí:
1. ¿Qué
pasaría si tan solo la escuchaba y no permitía que mi mente le pusiera
etiquetas psiquiátricas?
2. ¿Qué
pasaría si hablo con ella creyendo que podría llegar a ser mi mejor amiga?
3. ¿Qué
pasaría si acepto todo lo que cuente acerca de sí misma como la verdad?
4. ¿Qué
pasaría si la cuestiono para descubrir si hay un vínculo entre su autoestima,
el funcionamiento de su mente, y la forma en que otros la han tratado?
La Entrevista con Molly
A la mañana siguiente al ir a la
sala tomé conmigo el kit Escala de Inteligencia para Adultos, de Wechsler y las cartas Bender-Gestalt. Dispuse los materiales sobre una mesa en el
comedor y esperé hasta que la enfermera trajo a Molly.
Molly era de altura mediana y parecía
tener un ligero sobrepeso. Sus hombros caídos hacia delante. Era una mujer
joven de aspecto franco y no llevaba ningún maquillaje. Su pelo castaño claro,
lacio, largo hasta los hombros, necesitaba lavarse. Llevaba un vestido suelto y
gastado de algodón . ‘Desaliñada’ fue la
palabra que me vino a la mente.
Cuando la enfermera nos presentó,
Molly lanzó una mirada rápida hacia mí. No dijo nada, aunque yo podía sentir su
atención en mí. Parecía asustada y sola. La senté en el extremo de una mesa y
me senté a su lado. En lugar de tratar de hablar con ella, la puse a trabajar
copiando los diseños de Bender-Gestalt en hojas de papel. Ella cooperó e hizo
lo que le pedía.
Yo no estaba especialmente
interesado en lo bien que pudiera dibujar, sólo quería que ella se sintiera
cómoda conmigo. Me senté relajado y tranquilo. Al terminar un dibujo le decía:
"Bien," o "Eso está bien," o "Muy bien, aquí está el
siguiente".
Al terminar los dibujos, la inicié
en el bloque de pruebas de diseño de Wechsler. Ella seguía las instrucciones
con precisión y trabajaba a buen ritmo. Pude ver que no estaba deprimida y que
no tenía problemas neurológicos obvios. Gradualmente ganó confianza en mí y se
relajó a medida que avanzábamos. Después de unos 15 minutos se asomó por debajo
de su pelo y me miró con cautela a los ojos. En el primer momento de contacto visual
sonreí y dije "Hola". Ella se sonrojó y agachó la cabeza. Sentí una
relación [rapport] con ella y sentí que
podría comenzar una conversación. Transcurrió así:
AS: "Molly
?...( ella me mira) ... tengo curiosidad por saber algo del hospital. ¿Por qué estás aquí en un
psiquiátrico?"
Molly: "Dios
me habló y me dijo que me iba a dar a luz al segundo Salvador."
AS: “Puede ser, pero ¿por qué estás aquí en este
hospital.? "
Molly: (sorprendida,
desconcertada): "Bueno, eso es decir locuras."
AS: "¿Según
quién?"
Molly:
"¿Qué?"
AS: "Decidiste
cuando Dios te habló a tí que estabas loca?"
Molly: ". Oh
No. Me dijeron que estaba loca."
AS: "¿Crees
que estás loca?"
Molly: "No,
pero lo estoy, ¿verdad?" (abatida)
AS: "Si quieres
poner eso en forma de pregunta, te voy a contestar."
Molly: (un poco
perpleja, se detiene a pensar) "¿Crees que estoy loca?"
AS: "No"
Molly: "Pero
eso no podría haber ocurrido, ¿verdad?"
AS: "En lo
que a mí respecta, tú eres la única persona que sabe lo que sucede en tu mente.
¿Te pareció real en su momento?"
Molly: "Oh,
sí!"
AS: "Dime lo
que hiciste después de que Dios te hablara."
Molly: "¿Qué
quieres decir?"
AS: "¿Empezaste
a hacer peúcos de ganchillo y suéteres y esas cosas?"
Molly: (risas)
"No, pero empaqueté mi ropa y esperé en la puerta varias veces."
AS: "¿Por
qué?"
Molly: "Me
sentía como si me
fueran a llevar a alguna parte."
AS: "No fue donde
esperabas, ¿verdad?"
Molly: (riendo)
"¡No!"
AS: "Una cosa
que tengo curiosidad por saber."
Molly:
"¿Qué?"
AS: "¿Por qué
de todas las mujeres en el mundo, Dios te escogió a tí para ser la madre del segundo Salvador?"
Molly: (rompe en
una gran sonrisa) "Sabes, me he estado preguntando lo mismo! "
AS: "Tengo
curiosidad. ¿Qué cosas sucedieron en tu vida antes de que Dios te hablara?"
Tomó cerca de 30 minutos extraer su
historia. Molly era hija única y había intentado, sin éxito, ganar el amor y el
aprecio de sus padres. Ellos sólo le daban un poco de amor de vez en cuando, lo
suficiente para darle la esperanza que podía conseguir más. Ella
voluntariamente hizo muchas cosas en la casa como cocinar y limpiar. Su padre había sido
músico así que ella se unió a la orquesta de la escuela. Ella pensó que esto le
iba a gustar. Ella ensayó mucho y el día en que fue ascendida a primera fila en
la sección de clarinete, corrió de la escuela a su casa a decirselo a su padre.
Ella esperaba que estaría muy orgulloso de ella, pero su reacción fue de romper
el clarinete contra la mesa
de la cocina y decirle: "Nunca llegarás a nada". Después de graduarse
de la escuela secundaria, Molly entró en la escuela de enfermería. Escogió la
enfermería porque creía que en el hospital los pacientes apreciarían las cosas
buenas que haría por ellos. Estaba ansiosa y emocionada por su primer trabajo
clínico, pero se convirtió en una experiencia demoledora. Las dos pacientes a
las que fue asignada la criticaron. Para ellas
no hacía nada bien. Se sintió "como
si el mundo le cayera encima". Se escapó de la escuela y tomó un autobús a
la ciudad donde su novio de la escuela secundaria estudiaba en la universidad. Fue a verlo, pero él le dijo que se fuera a casa
y le escribiera. Dijo que aún podrían ser amigos, pero él quería quedar con
otras chicas.
AS: "¿Cómo te
sentiste después de eso?"
Molly:
"Terriblemente sola."
AS: "Así que
tu papá y mamá no te quieren, a los pacientes críticos y no les gustaste, y tu
novio sólo quería ser amigo. Todo esto te hizo sentir muy triste y sola."
Molly: (cabeza
hacia abajo, abatida) "Sí, no parecía haber nadie en el mundo entero que
se preocupara por mí."
AS: "Y
entonces Dios te habló."
Molly:
"Sí". (silencio)
AS: "¿Cómo te
sentiste después de que Dios le dio la buena noticia?"
Molly: (mira hacia
arriba, me sonríe afectuosamente) "Me sentí como la persona más especial en el mundo
entero."
AS: "Es una
sensación agradable, ¿no?"
Molly: "Sí,
lo es."
(El equipo de cocina entró en el
comedor para preparar el almuerzo.)
AS: "Tengo
que irme ahora."
Molly: "Por
favor no les diga lo que hemos estado hablando. Parece que nadie lo comprende."
AS: "Sé lo
que quieres decir. Prometo no decir nada si tu tampoco lo haces."
Molly: "te lo
prometo."
Dos días después estaba caminando
por la sala cerrada para ver a otro paciente. Cuando Molly me vio se acercó y
me detuvo poniendo su mano sobre mi brazo. "He estado pensando en lo que
hablamos", dijo. "Me he estado preguntando. ¿Crees que me imaginé la
voz de Dios para hacerme sentir mejor?"
Ella me sorprendió.Yo no tenía la
intención de hacer terapia, pero ella parecía ver la conexión. Hice una pausa. Me
dije a mí mismo "puede ser, pero si hay un antiguo Dios que hace cosas como esta, entonces Él
está mirando! No me importaba lo que los otros médicos y enfermeras hacen, yo
no voy a ser rudo con ella. Yo voy a ser su amigo! " Me encogí de hombros.
Le dije: "tal vez" y le sonreí. Ella me devolvió la sonrisa con un
buen contacto visual, luego se volvió y se alejó.
En las rondas de personal la jefa
de enfermeras informó de una mejora substancial en Molly. Ahora era un alegre,
locuaz adolescente. Hablaba con facilidad con su médico, las enfermeras, y
otros pacientes. Empezó a participar en las actividades de los pacientes. Se cepillaba
y peinaba el pelo, se ponía maquillaje, y pidió vestidos más agradables.
En las rondas de una semana
después, el Dr. Bostian describió su asombrosa recuperación como "un caso de remisión
espontánea." Los planes para su traslado fueron abandonados. Unos días más tarde fue trasladada a la sala
abierta y lo hizo tan bien que los médicos y enfermeras esperan sea dada de
alta pronto. Salí del hospital poco después, así que no fui capaz de
seguimiento. ¿Qué habría sido de ella si yo no hubiera tenido tiempo para
escucharla con una mente abierta y afirmar su realidad? La predicción del
personal psiquiátrico de que estaba destinada a pasar muchos años en la sala
trasera del
hospital estatal, muy probablemente, hubieran sido corroborados.
Todos los nombres de los pacientes
en este artículo son pseudónimos.
Hola Pere, chulísimo texto. No va nada desencaminado, en lo que se refiere al camino a seguir para las remisiones de delirios y psicosis. El afecto, la conversación afectuosa, la escucha sin juzgar son, en mi opinión, lo primero y más importante, y tristemente queda relegado a un segundo lugar, o a ningún lugar, en cierta forma de afrontar la psiquiaría que consiste en detectar rápidamente cualquier síntoma susceptible de medicarse. A partir de ahí, es como si hablar ya no importase, el trabajo se deja en manos de la pastilla, como si fuese suficiente.
ResponderEliminarLuego, la asunción de la categoría "enfermo mental" hace el resto, esa asunción puede, incluso, conseguir que nos convirtamos en policías perpetuos de nuestros propios pensamientos. Se puede llegar al extremo de identificar como pensamientos delirantes o paranoicos incluso los que no lo son.
Para salir de ahí, no hay nada mejor que la comunicación y el humor, si ambas cosas no fuesen un lujo para demasiadas personas.
Saludos.
hola etiquetada, sí, es así, y tu lo conoces de muy cerca.
ResponderEliminarEn lo que voy aprendiendo de psiquiatria, parece que, a grandes rasgos, ésta se escinde en dos grandes corrientes: los que atienden más al 'sintoma' y los que atienden de modo central a 'la persona'.
Algo que me llama poderosamente la atención es que siga siendo 'raro' lo que relata esta experiencia de 1965. Mira lo que comenta al respecto Miguel en el blog psiquiatria pitiusa, en 2011 !!
Buenísimo. Muchas gracias por la traducción.
ResponderEliminarEsther.