martes, 4 de diciembre de 2012

Estupidez humana



En blogs y webs de citas célebres con frecuencia se menciona la frase "Hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Pero de la primera no estoy tan seguro", atribuida a Albert Einstein. Como no pude encontrar la fuente original, consulté con alguien buen conocedor de la vida y obra de Einstein. Tampoco le constaba pero -me confirmó- la frase coincide con el pensamiento del científico en la útima parte de su vida, cuando ya había constatado el uso que se daba a sus descubrimientos.

La estupidez está emparentada con el estado hipnótico, ese modo de funcionamiento psíquico en que el sujeto mantiene un nivel de percepción aparentemente normal, pero ésta percepción está limitada de algún modo, sea en el espacio, en el tiempo, en las relaciones con el entorno, o de alguna otra manera. En una imagen clásica de la estupidez se muestra un individuo serrando la rama de un árbol sentado en la parte externa de dicha rama, la que caerá. La posición es cómoda, el trabajo correcto, pero con un resultado no pre-visto.



Carlo M. Cipolla en su libro "Las Leyes Fundamentales De La Estupidez Humana" nos advierte:
"Desde Darwin sabemos que compartimos nuestro origen con las otras especies del reino animal, y todas las especies -ya se sabe- desde el gusanillo al elefante tienen que soportar sus dosis cotidianas de tribulaciones, temores, frustraciones, penas y adversidades. Los seres humanos, sin embargo, poseen el privilegio de tener que cargar con un peso añadido, una dosis extra de tribulaciones cotidianas provocadas por un grupo de personas que pertenecen al propio género humano. Este grupo es mucho más poderoso que la Mafia, o que el complejo industrial-militar o que la Internacional Comunista. Se trata de un grupo no organizado, que no se rige por ninguna ley, que no tiene jefe, ni presidente, ni estatuto, pero que consigue, no obstante, estar en perfecta sintonía, como si estuviese guiado por una mano invisible, de tal modo que las actividades de cada uno de sus miembros contribuyen poderosamente a reforzar y ampliar la eficacia de la actividad de todos los demás miembros."

Por su parte, Paul Tabori en la introducción de su libro "Historia De La Estupidez Humana", sitúa el tema en los siguientes términos:
"Algunos nacen estúpidos, otros alcanzan el estado de estupidez, y hay individuos a quienes la estupidez se les adhiere. Pero la mayoría son estúpidos no por influencia de sus antepasados o de sus contemporáneos. Es el resultado de un duro esfuerzo personal. Hacen el papel del tonto."
En otra lugar de la misma obra observa:
"¿Cuán a menudo hallamos personas incapaces de juzgar con independencia, de tomar sus propias decisiones, con prescindencia de lo que otros hagan? Si tienen alguna iniciativa, si conciben un pensamiento original, sienten que no pueden estar en lo cierto. Pero apenas oyen o comprueban que otros dicen o hacen lo que ellos habían pensado, se sorprenden o amargan, porque hubieran podido decir o hacer lo mismo. La estupidez es el resorte tanto de las actitudes antisociales como de los casos extremos de conformismo... engendra tanto a los anarquistas como a las masas gregarias de los países totalitarios."
***

El estudio de la estupidez humana tiene la ventaja de que, al tratarse de un fenómeno ubicuo, en todo momento y lugar hay ocasión para su observación. Eso sí, con la dificultad añadida de que el propio fenómeno se oculta a sí mismo: por una parte es fácil subestimar la propia contribución al fenómeno estudiado y por otra, aún teniendo a la vista sus manifestaciones, puede resultar difícil detectar el inicio y seguir el desarrollo del objeto de estudio.

Para empezar utilizaremos la definición de estupidez que da Carlo M. Cipolla. Según ese autor, en toda interacción entre dos personas o grupos cada uno obtiene un beneficio o una pérdida; sea de orden material, psicológico o de cualquier otro tipo. Presumiendo una pauta de habitualidad en las interacciones, los befeficios y pérdidas respectivos determinan cuatro categorías fundamentales de personas.



Cuando el sujeto obtiene un beneficio y el 'otro' un perjuicio, lo llamamos 'malvado'. Si obtiene una pérdida mientras el 'otro' consigue una ganancia, lo llamamos 'incauto'. Si ambos obtienen algún beneficio lo llamamos 'inteligente'. Y, por último, si el sujeto causa perjuicios al 'otro' a costa de obtener pérdidas para sí, lo llamamos 'estúpido'. Obviamente se trata de una simplificación grosera, pero resulta útil para encuadrar el tema.

Poseer esclavos en lugar de pagar empleados es, simplemente, malvado (siguiendo con las categorías de Cipolla). Tratar tan mal a esos esclavos de manera que ya no rindan en su trabajo, además de perverso, es estúpido. Tanto como poseer un Ferrari y negarle lubricación a su motor.

En la industra manufacturera (fabricación de coches, lavadoras, etc.) se pone de moda reducir costos. Y como hay países donde la mano de obra es más barata, se inventa la deslocalización: se cierra una fábrica aquí y se abre otra en China, Marruecos o Europa del Este. Obviando en ese cambio un efecto fácilmente previsible: las personas que trabajaban aquí y ya no lo hacen, tienen menos disponibilidad para comprar lo fabricado allí, incluso si sale más barato. (También otras medidas supuestamente destinadas 'a reducir costos'  conllevan el mismo tipo de consecuencias)

Este comportamiento, que recuerda al mítico suicidio en masa de los lemmings, resulta particularmente llamativo porque contrasta con los datos históricos. El primer exponente de la fabricación en serie (no artesanal) fue Henry Ford con su famoso Modelo T, el primer coche no solo para ricos. Y este genio de la industria se esforzó en reducir costes sí, pero no salarios. Pagaba a sus empleados más del doble de lo habitual en esa época. Y de ese modo levantó su imperio para él mismo (contribuyendo significativamente, de paso, al imperio USA). Las actuales medidas de 'austeridad', al decir de muchos economistas -incluídos Nobeles- conducen inexorablemente al empeoramiento de la recesión económica. Lo que se puede observar confirma esa predicción.

Pero tanto las locuras como las estupideces poseen una lógica interna. Los lemmings no pretenden suicidarse en masa; pero en una estampida donde la velocidad es prioritaria y donde la norma es seguir al que va delante, basta un pequeño cambio en el terreno a causa de las lluvias o una confusión en alguno de los 'líderes' para que la masa de animalitos se precipite por un despeñadero.

Ese comportamiento de los rebaños fue usado por nuestros antepasados para cazar bisontes, provocando estampidas en lugares precisos que conducían hacia algún despeñadero  (se mataban más de los que se podían comer, pero comían).

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Los viejos recordarán cuando los billetes de banco eran cheques al portador. "El Banco de España pagará al portador la cantidad de 100 pesetas" se podía leer. Se suponía que la moneda de un país estaba respaldada por algún valor real, como el oro. Eso es historia.  Actualmente la inmensa mayoría las transacciones financieras no son para intercambiar bienes con algún sustrato de realidad sino, derechos sobre cosas hipotéticas, como por ejemplo, el derecho a comprar en un futuro algunas acciones. O participaciones en algunos fondos de los cuales se ignora qué poseen realmente.



La economía mundial actual, desde hace ya algunos años, no es para nada economía productiva, esto es destinada a regular lo que usamos y consumimos, sino que es -en grado sumo- especulativa. Y, claro, está dominada por las instituciones financieras. Las industrias intentaban conseguir un beneficio proveyendo algún bien que fuera más o menos útil. Las instituciones financieras se especializan en conseguir un beneficio -rápido- especulando sobre tus expectativas. No es preciso que uses nada. En este mundo una fábrica de cualquier cosa es meramente una excusa para especular sobre sus posibles beneficios. Las industrias son algunas de las fichas con que juegan los fondos de inversión. Y claro, el juego consiste en 'inflar' las expectativas. No es caro pagar un montón por un piso a condición de que tus expectativas sean de que los precios seguirán subiendo. Y así hasta que se cae; en un barranco, como los lemmings o como los bisontes; en una crisis como los países de nuestra zona (NO todos los países están igual ¿se han fijado?).
 
La sanidad es, tan solo, otra de las fichas. Se empieza por gestionarlo mal. Se producen cifras que permiten afirmar 'esto es insostenible'. Se proponen soluciones; primero copagos etc. luego privatización descarada. De este modo la estructura que se ha pagado con el sudor de la mayoría pasa a ser un negocio de la minoría, y quien no tiene no juega. En Cataluña se llegó a gestionar una sanidad modélica. Modélica significa que gestores de todo el mundo venían aquí a aprender el modelo en funcionamiento. En solo dos años, repito: en tan solo 2 años, esto se ha hundido y se ha convertido en 'insostenible' etc.

¿Hablaba de estupidez? Ah, sí. Los 'hundidos'  respaldan a los hundidores. ¿Como sería posible hundir un país sin el apoyo de los hundidos? Como decía el graffiti italiano "Tanto va el esclavo a las urnas que al final se cree ciudadano".

Y ¿porque hablo de 'estupidez' en lugar de hablar de 'maldad'?  Nos demos cuenta o no, estamos todos en el mismo barco. Y  tanto dá tener camarote de primera clase o de tercera si el barco se hunde. Cada vez hay menos lugares donde disfrutar las riquezas conseguidas. Y los que quedan desaparecen cada vez más rapidamente. ¿Catastrofismo? Recomiendo repasar la historia. O, alternativamente, adoptar el "laissez faire, laissez passer"  y confiar en la lotería de navidad.



1 comentario:

  1. doncs ja sabem qui es el malvat i qui es l'ingenu.

    http://www.cinismoilustrado.com/2012/12/metafora-de-la-democracia.html no?

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