Carl Schmitt, el artífice del corpus jurídico del III Reich, escribía en su obra "El concepto de lo político", ¡en 1933!
“La humanidad como tal no puede librar una guerra desde el momento en que no tiene enemigos, al menos no sobre este planeta. El concepto de 'humanidad' excluye al concepto de enemigo porque el enemigo, no por ser enemigo deja de ser humano y con ello no existe una diferenciación específica. Que se libren guerras en nombre de la humanidad no contradice a esta simple verdad; sólo le da al hecho un sentido político especialmente intenso. El que un Estado combata a su enemigo en nombre de la humanidad no convierte a esa guerra en una guerra de la humanidad sino en una guerra en la cual un determinado Estado, frente a su contrincante bélico, busca apropiarse de un concepto universal para identificarse con él (a costa del contrincante) de un modo similar a la forma en que se puede abusar de la paz, la justicia, el progreso o la civilización, reivindicando estos conceptos para uno mismo a fin de negarle esa posibilidad al enemigo. 'La Humanidad' es un instrumento ideológico especialmente útil para expansiones imperialistas y, en su forma ético-humanitaria, un vehículo específico del imperialismo económico. Para esto vale, con una sencilla modificación, la frase acuñada por Proudhon: quien dice humanidad, desea embaucar. La adopción del nombre de 'humanidad', la invocación de la humanidad, el secuestro de esta palabra, todo ello —puesto que no se puede adoptar un nombre tan noble sin determinadas consecuencias— solamente puede manifestar la horrible pretensión de negarle al enemigo su cualidad humana declarándolo hors-la-loi y hors l’humanité con lo que se pretende llevar la guerra hasta los últimos extremos de la inhumanidad.”(en la imagen los salvadores, preparan sus quehaceres en el terreno de los salvados, con la satisfacción de los beneficiarios de la salvación y el desinterés de los pagadores de la operación)