Lo que quiero conseguir

“CREER MENOS EN LOS TRASTORNOS,
Y MÁS EN LAS PERSONAS”

Presentación:
me llamo Pere Montaña Altés y hace algunos años un hijo mio fué diagnosticado con esquizofrenia paranoide. A lo largo de este tiempo he tenido ocasión e interés en ir descubriendo como funciona la sanidad alrededor de los trastornos mentales, las problemáticas que los envuelven, el desconocimiento que tenemos de ellos, los mitos que los acompañan; y toda clase de actitudes frente a los trastornos mentales.
Con que me he encontrado :
1) con diagnósticos precisos, pero de trastornos imprecisos y mal comprendidos.
2) con tratamientos basados –al menos parcialmente– en meras suposiciones,  inadecuados –al menos parcialmente– cuando las suposiciones resultan falsas.
3) con actitudes de fatiga y resignación por parte de afectados y de sus familiares, y con actitudes de paternalismo y obcecación por parte de profesionales del sector.
(a continuación explicaré mejor estos tres puntos)
Con que autoridad hablo:
la del comensal que –sin ser cocinero– sabe reconocer cuando un plato está demasiado salado;
la de quien constata que algunos de los malos resultados en el tratamiento de los trastornos mentales son totalmente previsibles y evitables.
Que quiero :
Llegar a disponer de mejores tratamientos de los que, hasta el momento, he llegado a conocer.
Me agradaria encontrar o mejorar (o incluso crear) un lugar donde se apliquen los conocimientos actuales sobre los trastornos mentales, y también en otros campos. Y no se apliquen los procedimientos que se ha verificado no aportan resultados satisfactorios.
Que propongo :
Crear un grupo de trabajo (con la participación de afectados, de familiares, y de profesionales del sector) para definir que tenemos y qué queremos; qué se debería aplicar y qué no se debería aplicar en el tratamiento de las esquizofrenias y de otros trastornos; para, posteriormente, llevarlo a la práctica (en alguno de los centros ya existentes o en uno de nueva creación).
Contacto :
email: pere.montana.altes@gmail.com
blog: http://vadetrastorns.blogspot.com/

1) Diagnósticos precisos, pero de trastornos imprecisos y mal comprendidos.

CLASIFICACIONES
En todas las actividades humanas clasificamos los materiales con que trabajamos según grupos de características comunes. Si nos disponemos a poner ropa en la lavadora, la clasificamos según el tipo de lavado que vamos a aplicar. Si trabajamos en un taller de reparación de automóviles, separamos los trabajos de plancha, los de la parte eléctrica, etc. Si hemos de dar algún tipo de formación, clasificamos los alumnos de forma que formen grupos lo más homogéneos posible para adecuar las clases al grupo, y para que éstas sean más provechosas.

En un hospital sucede lo mismo: los pacientes se clasifican en diferentes categorías; aquellos que no pueden comer tal o cual cosa, aquellos a quienes se debe tomar la presión más frecuentemente, los que no se puede visitar sin llevar mascarilla, etc . etc. Y todo el mundo se da cuenta que esta clasificación es meramente funcional, para la organización del trabajo; relacionada, pero diferente de las dolencias que sufran los pacientes.

En el tratamiento de los trastornos mentales, también se necesitan clasificaciones, ya lo largo del tiempo se han hecho muchas. En general, cada especialista o cada escuela ha hecho su, de acuerdo con sus experiencias, sus premisas filosóficas y sus presunciones ideológicas.

Desde hace muchos siglos, en culturas muy diferentes, se ha observado que hay personas que al principio de la edad adulta sufren un trastorno. Manifiestan percepciones y creencias muy distintas a las de su entorno. En el siglo XIX llamarlo 'demencia precoz', es decir, se establecía un paralelismo con, y una diferenciación respecto de, la 'demencia senil'. A principios del siglo XX se acuñó la palabra 'esquizofrenia' (mente dividida), referida a este trastorno y, ya de entrada se habló de 'las esquizofrenias', es decir un agrupamiento de diferentes trastornos que se consideraban relacionados. A pesar de los intentos de comprensión, no había ninguna explicación convincente de causas, ni tampoco terapias efectivas.

En la década de 1940, se usaban mucho los criterios de Kurt Schneider para diferenciar una esquizofrenia de otras psicosis, sin que ello aportara una mayor comprensión. Tanto es así, que este autor en una publicación de 1950 declara: «Yo no puedo decir que esto sea una esquizofrenia sino que a ello le digo esquizofrenia o, bien, que eso es lo que hoy llamo corrientemente una esquizofrenia».

Cabe señalar que cuando queremos definir un objeto o fenómeno que conocemos bien, buscamos los rasgos determinantes, los más característicos. Como tenemos claro qué es un gato y qué es un perro, podemos fácilmente definir lo más esencial y lo que más diferencia a un gato de un perro. Pero cuando no es así, basamos la clasificación en los aspectos que más nos llaman la atención, sean o no sean relevantes. Si no supiéramos nada de química y no comprendiéramos los fenómenos que vemos, podríamos clasificar las reacciones químicas como las "que hacen burbujas", las "que dejan un precipitado de color amarillo", etc. Sin conocer los elementos químicos y sin la comprensión de cómo se enlazan estos elementos, sólo hablaríamos de apariencias.

Y cuando se trata de caracterizar trastornos que no comprendemos bien, sólo podemos aspirar a encontrar aproximaciones sucesivas que cada vez sean más precisas en separar qué es y qué no es un trastorno diferenciado de otros, cómo se generan y cómo podrían solucionar a. El hecho es que los psiquiatras son seres humanos y con más o menos conocimientos tienen que atender los problemas que se les presentan.

Los DSM (Diagnostic and Statistical Manual)
Para clasificación de los trastonos psiquiátricos hay dos manuales con autoridad para sentar cátedra: el DSM (de la APA) y el CIE (de la OMS); a pesar de haber nacido en entornos diferentes y (años atrás) haber sido bastante diferentes, actualmente describen los trastornos de manera similar y compatible una con la otra . Miremos un poco la historia del DSM . Las sucesivas ediciones de este manual se numeran I , II , III , IV . La próxima, la V, está anunciada para el 2013 .
Versión del DSM
Año
Número de diagnosticos
Número de páginas
I
1952
106
130
II
1968
182
134
III
1980
265
494
III-R
1987
292
567
IV
1994
297
886
[Fuente: American Psychiatric Association, Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders , I–IV
(Washington, DC: American Psychiatric Association, 1952, 1968, 1980, 1987, 1994). ]
En 1952, se hizo un esfuerzo realmente notable por parte de la American Psychiatric Association con la preparación y edición del "Diagnostic and Statistical Manual. MENTAL DISORDERS", es decir "TRASTORNOS MENTALES, Manual Estadístico y de Diagnóstico", que constituía el apartado de enfermedades psicobiológicas de la cuarta edición del" Standard Nomenclature of Diseases and Operations ". Este trabajo tenía como finalidad declarada la uniformización de la nomenclatura de los desórdenes mentales. La utilidad de una nomenclatura compartida es fundamental para los intercambios de información entre los profesionales de este ámbito; de forma similar, para la estadística (la acumulación de datos es la primera parte de la labor científica) y también para la atender de manera similar a los que presentan características similares.
Hay que tener en cuenta que en el tiempo de las dos primeras ediciones, por la visión de la psiquiatría dominante en los estados unidos, no se consideraba demasiado importante el tema de los diagnósticos, ya que en cualquier caso se entendía que lo importante era descubrir el conflicto subyacente. Pero diferentes fuerzas fueron confluir para hacer una revisión profunda de la psiquiatría y del DSM. Por un lado la psicoanálisis se le encontraban más defectos y por otro las compañías farmacéuticas necesitaban diagnósticos de enfermedades bien delimitadas para vender sus productos (los primeros antipsicóticos) a través de los seguros, tal como se hacía por el resto de medicamentos. En este contexto nació el DSM-III, que aproxima criterios con los del CIE, reestructura su clasificación, la amplia, hace las descripciones multiaxiales, y apoya la medicalización de los tratamientos.
El DSM-III puso énfasis en las categorías de enfermedades en lugar de los límites borrosos entre comportamientos normal y anormal, dicotomías en lugar de dimensiones, y en los síntomas manifiestos más que los mecanismos etiológicos subyacentes
[ A. Horwitz, "Creating mental illness", (2002)]
Cabe decir que, desde entonces, las compañías farmacéuticas han aumentado su peso dentro de la profesión psiquiátrica, en forma de publicidad en las revistas del ámbito, con la esponsorización de congresos, contratación de conferenciantes, etc. Hasta el punto que recientemente el tema llegó al Congreso de los Estados Unidos, constatando que en algunos estados que hicieron la comparación, las farmacéuticas aportan más dinero a la psiquiatría (médicos y asociaciones) que en el resto de especialidades médicas (donde ya hay aportan mucho). El debate es muy interesante y necesario, pero ahora nos apartaría del tema de la clasificación de los trastornos mentales..
[para este tema podeis buscar artículos de: Lisa Cosgrove, Eugenia Tsao, Melissa Pearrow, Alison Bass, Harold J. Bursztajn, Sheldon Krimsky, entre d'altres]

El Experimento de Rosenham
En 1972, en un experimento que se hizo famoso, un grupo de investigadores no tuvieron ninguna dificultad para hacerse ingresar y ser internados en diferentes hospitales psiquiátricos (diagnosticados mayoritariamente con esquizofrenia) , simplemente usando el subterfugio de decir que sentían una voz dentro de su cabeza. La segunda parte del experimento, consistente en advertir a los hospitales que repetirían la visita de pseudopacients (per sin hacerlo), consiguió que los mismos hospitales reenviaran en casa un número elevado de pacientes reales .
[ David L. Rosenhan, "On being sane in insane places", Science – 19/01/1973 ]

El DSM IV (y IV-TR)
En 1994 se publica la cuarta versión del DSM , con ampliación del número de ' trastornos mentales', hasta incluir comportamientos absolutamente naturales pero que, si causan molestias a alguien, son medicables (como la adolescencia , que si la clasificamos como ' trastorno negativista desafiante', ya se le puede recetar algún fármaco). En el DSM-IV el sistema de diagnóstico multiaxial se amplía y se perfecciona, las descripciones se alargan y, según dice él mismo, se prioriza 'la fiabilidad sobre la validez' , es decir, la repetitibilidad de los diagnósticos antes de que la exactitud. También hay que decir que a falta de un mayor conocimiento, y sin medidas objetivas, la elección de los síntomas que definirán un trastorno seefectúa por votación entre un panel de psiquiatras .
“En el DSM-IV no se asume que cada categoría de trastorno mental sea una entidad separada, con límites que la diferencian de otros trastornos mentales o no mentales. Tampoco hay certeza de que todos los individuos que sufran el mismo trastorno sean completamente iguales" ( estoy citando el propio DSM-IV ) , "La inclusión de un trastorno en la clasificación no requiere la existencia de una etiología conocida" , "Los criterios diagnósticos específicos deben servir como guías y usarse con juicio clínico, sin seguirse a rajatabla como un libro de cocina”.
¿Qué hay de equivocado en el DSM?
“No es difícil llegar a una lista de problemas obvios. En primer lugar, los criterios incluyen sólo algunos síntomas característicos de un trastorno determinado. No se pretendió que estos proporcionaran una descripción completa. Más bien, se concibió como 'guardabarreras'-el mínimo de síntomas necesarios para hacer un diagnóstico. Pero el hecho de que en muchos contextos clínicos y de investigación a menudo se utiliza el DSM como libro de texto básico, o el principal recurso de diagnóstico, los estudiantes en general no conocen otros posibles signos y síntomas importantes o interesantes que los incluidos en el DSM.

En segundo lugar, el DSM ha tenido un impacto deshumanizante en la práctica de la psiquiatría. Históricamente -la herramienta central de evaluación en psiquiatría-, con frecuencia se ha reducido a la utilización de las listas de comprobación del DSM. El DSM desanima a los médicos de conocer al paciente como persona individual, debido a su enfoque secamente empírico.

En tercer lugar, la validez se ha sacrificado para conseguir fiabilidad. Los diagnósticos del DSM han dado a los investigadores una nomenclatura común, pero probablemente equivocada. Aunque la creación de diagnósticos estandarizados que faciliten la investigación fue un objetivo prioritario, los diagnósticos del DSM no son útiles para la investigación debido a su falta de validez
”.
[ Nancy C. Andreasen, "DSM and the Death of Phenomenology in America: An Example of Unintended Consequences", Schizophrenia Bulletin vol. 33 no. 1 (2007)]

MODAS Y OLVIDOS
En psiquiatría, como en todos los ámbitos, hay modas. Las teorías y formulaciones y formas de hacer se adoptan, se abandonan y se retoman, en un baile lento y continuado. En ciencia nada es permanente: hay, sin embargo, algunas formulaciones que resisten mejor el paso del tiempo, esto es, que resultan funcionales a pesar de otros avances.

Karl Menninger, psiquiatra dinámico punteras en su tiempo, argumentó que la separación de los trastornos mentales en categorías discretas con síntomas característicos únicos, el modus operandi científico de la medicina, era un error. Contrariamente, Menninger veía todos los trastornos mentales "reducibles a un proceso psicosocial básico: el fallo para adaptarse a su entorno por parte del individuo que lo sufre.... Los fallos de adaptación pueden variar desde leves (neuróticos) a los de mayor gravedad (psicóticos), pero el proceso no es discontinuo y las enfermedades, por lo tanto, no son discretas (Wilson, 1993). En vez de tratar los síntomas del trastorno mental, instó a los psiquiatras para explicar cómo la incapacidad del individuo para adaptarse sucedió y su significado para el paciente. En otras palabras, "¿Qué hay detrás del síntoma?" (Menninger, 1963).

Carl Jung, en su autobiografía, dice, "A través de mi trabajo con los pacientes me di cuenta de que las ideas paranoides y alucinaciones contienen un germen de sentido .... La culpa es nuestra si no las entendemos ... . Siempre me resultó sorprendente que la psiquiatría tuviera que tardar tanto tiempo para llegar a mirar el contenido de las psicosis ".

Angel Martínez Hernáez, antropólogo y psiquiatra, al preguntarse qué hay detrás de un síntoma, mirándolo desde perspectivas muy diferentes como son la antropología y la psiquiatría, muestra la diferencia que hay entre sufrir un tic en el ojo y hacer un guiño. Quien sólo ve un tic, sólo ve el movimiento involuntario de algunos músculos. Quien se da cuenta que alguien está haciendo un guiño, puede descubrir multitud de intenciones y de significados. Menciona un caso real que muestra, ante los mismos hechos, la divergencia entre el diagnóstico hecho por un psiquiatra y la descripción hecha por un antropólogo.
[ver: Angel Martínez Hernáez, "Antropología versus psiquiatría: el síntoma y sus interpretaciones" publicado en la revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría; 1998, 18 (068)]

Limitándonos a la esquizofrenia (para simplificar), nos encontramos que:
•  Nadie sabe definir con certeza qué es exactamente; las esquizofrenias constituyen un agregado de trastornos, con manifestaciones tan diversas como la expresión excesiva de las emociones o la falta total de expresión de las emociones.
•  Si se consulta el manual donde se definen los criterios diagnósticos, éste reenvia el juicio definitivo a los profesionales que ..
•  .. utilizan dicho manual para obtener los criterios.
Por muchas vueltas que le demos, un diagnóstico de esquizofrenia significa -tan sólo- que el sujeto cumple los criterios especificados en un manual que se autodefine y se reconoce de validez limitada, o que presenta síntomas y signos similares a los de otros casos que fueron diagnosticados a partir de un manual similar. No hay ninguna medida objetiva (como, por ejemplo presión arterial, número de leucocitos por mm3, etc. ) Desconocemos cómo se genera . No sabemos exactamente qué implica . Ni, mucho menos, tenemos ninguna fórmula para superarla (a pesar de tener constancia de algunas ' curaciones espontáneas ' ) .

La ignorancia no es nada recriminable, forma parte de la condición humana; Sócrates decía que la sabiduría consiste en reconocer la propia ignorancia. El problema no radica tanto en un texto como en el uso que se hace. Ante un problema, el hecho de etiquetarlo con mucho cuidado no nos acerca hacia su solución, a no ser que también aumente nuestra comprensión. Y lo que nos aleja de toda solución es pretender que lo que se hace, ya es totalmente adecuado y que no hay nada que mejorar, o que las únicas mejoras posibles llegarán en forma de pastillas (de los que hacen negocio de vender productos a los enfermos, no de curarlos ).
No es difícil encontrar psiquiatras que ' siguen al pie de la letra como un libro de cocina ' su interpretación de los criterios descritos por el DSM, y se limitan a recetar el antipsicótico recomendado. Afortunadamente, también hay psiquiatras capaces de ver personas detrás de los casos, y tratan de acercarse al conjunto de la problemática. (Estos últimos forman parte de los ' profesionales del sector ' que buscamos para participar en este proyecto).

2) Tractamientos basados –al menos parcialmente– en meras suposiciones,
inadecuados –al menos parcialmente– cuando las suposiciones resulten falsas.
 
TRATAMIENTOS
Llamamos 'tratamiento' al conjunto de medios empleados para la curación o el alivio de un trastorno (o de una enfermedad). Un tratamiento se aplica sólo a raíz de un diagnóstico o de una hipótesis de diagnóstico. Y es concordante con los conocimientos y las suposiciones del terapeuta.

Los hay de todos los colores. La reclusión fue el único tratamiento durante mucho tiempo. A principios del siglo XX estuvieron de moda los baños con agua helada. Hace 60 años concedieron el premio Nobel al inventor de la lobotomía (suponiendo que los males radican en los lobulos frontales, se destruye esta parte del cerebro, con consecuencias fáciles de imaginar). Los shocs insulínicos fueron considerados muy útiles cuando, a raíz de un coma inducido accidentalmente, un paciente mejoró de su enfermedad (otros no despertaron) sin que se averiguara cuál era el mecanismo; se dejó de usar hacia 1960. Los electroshocs ya no cuentan con tanto predicamento, pero todavía no se han erradicado del todo.

La gran revolución fue el descubrimiento (accidental) de la clorpromazina hacia 1950. Ya no hacían falta cadenas para mantener tranquilos a los que no se comportan como los de su entorno. Y más tarde se han descubierto neurolépticos que no tienen tantos efectos secundarios indeseados. Es corriente que un paciente tenga que tomar medicación de por vida.

Las diferentes vertientes de la psicoterapia, con diferentes grados de éxito, se vienen utilizando desde hace más 100 años. No son terapias agresivas y no tienen los efectos colaterales indeseados de los tratamientos somáticos. A menudo, también se emplean combinaciones de tratamiento con un neuroléptico acompañado de alguna psicoterapia.

FRAGMENTACIÓN 

En palabras de Antonio Colodrón Alvarez:
La esquizofrenia está en el paciente, pero también en el medio que lo define y ofrece estímulos incoherentes. También está, y esto poco se advierte desde los criterios operacionales, en el bagaje de quien observa y en la situación concreta en que se hace. La esquizofrenia es un trébol y sus hojas el sujeto que la sufre, el medio que la alimenta y el explorador que la reconoce ”.
El desconocimiento conlleva la fragmentación. Y el desconocimiento de las esquizofrenias (como el de otros trastornos ) ha conducido a tratar cada aspecto en particular de forma independiente. Se prescriben antipsicóticos para esconder los síntomas más acuciantes -delirios y alucinaciones- a pesar de los efectos secundarios que conllevan (diskinesia, atontamiento, incremento de peso, etc .) Por otro lado, de forma independiente y no siempre, se trata la desconexión social . Hay iniciativas (muy loables ! ) para conceder respiros los familiares que batallan el día a día, también, para enseñarles a tratar con los afectados . etc . etc .

Un tratamiento se aplica al conjunto del trastorno sólo en la medida que hay una visión de conjunto.

ENTORNOS (lúdicos, educativos, terapeuticos)
El concepto de entorno engloba muchas cosas: el espacio arquitectónico, la disposición de los subespacios para las diferentes funcionalidades, la decoración, los colores, los muebles, la luz y la sombra, el sonido y el silencio, etc. etc. Y también, naturalmente, las relaciones humanas que se tejen en él.

En general, los seres humanos somos capaces de crear entornos con una finalidad determinada, siempre que sepamos lo que queremos conseguir. Por ejemplo podemos crear un entorno propicio para fiestas, o propicio a la lectura y al estudio, o idóneo para algunos deportes. El interiorismo es una especialización en crear entornos. En el ámbito industrial hay especialistas en definir y establecer el puesto de trabajo más adecuado (disposición de las herramientas, las máquinas, etc).

Todo el mundo se da cuenta que no se podría seguir una clase de griego en una sala de fiestas con música disco a 120 dB. Y en una guardería, conscientes de las necesidades y las carencias de los niños, creamos un entorno sin objetos puntiagudos o cortantes. Sabemos que para los niños que aún no han desarrollado la psicomotricidad fina, los utensilios que tienen botones deben ser más grandes. etc. etc. El entorno cumple para la función que se desarrolla el papel de la matriz femenina en la gestación de un nuevo ser.

Como decía más arriba, ligado al concepto de entorno están las relaciones humanas que se tejen: cómo se plantean y cómo se desarrollan.

Todos los que habéis trabajado con jóvenes o habéis tenido hijos adolescentes habeis podido observar que la respuesta que se obtiene depende mucho de cómo los tratas. Si insistes en destacar el carácter conflictivo de la persona que tienes delante, no tardas en tener conflictos. Si partes de la premisa de que es una persona en vías de convertirse en adulto, puede que aprenda a comportarse como un adulto. Los que, en vuestro trabajo tiene subordinados, sabéis que si de una persona a tu cargo te obstinas en que es inútil, rinde como inútil. Pero que si lo tratas como responsable y le otorgas responsabilidades en dosis crecientes, puedes llegar a tener un colaborador eficaz. Naturalmente, hay más matices en el tema, estoy destacando tan sólo un aspecto que considero fundamental.

Cuando Quevedo se refería a la cárcel como "universidad del crimen" estaba haciendo mención del mismo fenómeno: tomas una persona 'normal', incluso honrada, la cierras en condiciones de presión psicológica, frustración, muchos ratos sin ocupación, malas compañías , etc, y cuando al cabo de un tiempo salga, tendrás un delincuente.

Quiero hacer notar que una sobreprotección puede ser tan nociva como su inverso, no hay que tener ninguna mala intención para provocar daños.

A los niños, a los abuelos, a los enfermos, los tratamos de acuerdo con sus capacidades, no como inútiles. Una persona que se ha roto la pierna no tiene las mismas capacidades de la que no ha sufrido traumatismo, pero no por ello la tratamos de incapaz. Me gustaría poder decir lo mismo respecto a las personas con trastornos mentales, pero en muchos ámbitos -incluso psiquiátricos- no es así. Todavía no.

ENTORNOS PSIQUIATRICOS
Tomamos una persona que en algún momento de la transición joven-adulto no ha llegado a encajar todas las piezas y en su comportamiento manifiesta lo que llamamos un 'trastorno de personalidad'; y a esta persona la encerramos, junto con otras personas que sufren dificultades más o menos similares (quizás no mucho), en un entorno con el que no está familiarizado, con poco espacio, donde el ocio es forzado y se permiten muy pocas actividades (aunque se permita fumar). Con muy poca disciplina pero con muy claras limitaciones a la libertad individual. Donde son patentes las medidas de seguridad en puertas y ventanas. Y dejas claro que los 'pacientes' son diferentes de las otras personas que están 'fuera'. Que sufren algún mal que les ha caído del cielo o de los genes o de no se sabe dónde, y que están allí están por ser 'curados', también desde fuera, como el supuesto origen del trastorno.

Y en este entorno ¿qué esperamos conseguir?

El hecho es que, a diferencia de lo que ocurre con una guardería, no conocemos con precisión con qué habilidades cuentan y de cuales carecen los usuarios del espacio (dejando de lado la no homogeneidad del conjunto de pacientes). La comprensión general de los trastornos mentales es muy limitada. Las fronteras entre la 'normalidad' y el 'trastorno' resultan difusas, los límites entre un trastorno y otro son artificiosos, y el conocimiento sobre las causas, inexistente. Por ejemplo, se han realizado diferentes estudios que muestran la heredabilidad de la esquizofrenia, pero no se ha llegado a determinar o cuantificar qué papel juegan los factores genéticos y cual los ambientales. Hay hipótesis psicológicas (como la del doble vínculo) que, si bien son plausibles, no han recibido confirmación experimental más allá de algunos casos aislados.

En este contexto, el entorno -todos los aspectos del entorno- son aún más determinantes.

VISIÓN ANTIGUA, VISIÓN MODERNA
Considerar los trastornos mentales iguales que las enfermedades somáticas (como una apendicitis , o una neumonía), es adecuado para sacar (al menos parte) del estigma que todavía conllevan, pero esta equiparación induce a engaño: los trastornos mentales son más complejos y afectan más aspectos de la persona que los sufre y de las de su entorno .
Hay que insistir:
A pesar de algunas afirmaciones ambiguas no hay todavía actualmente establecida ninguna causa biológica de ningún trastorno psicológico por muy 'enfermedad mental' que lo llamamenos.
[para este tema podeis buscar artículos de: Héctor González Pardo, Marino Pérez Álvarez, Antoni Talarn, Al Siebert, entre otros. O la declaración de la propia APA el verano del 2003 en Pasadena (California)]
Aunque pueda haber factores bioquímicos, los factores ambientales juegan -como mínimo- un papel importante . Para comparar: una persona que sufre miedo, sea por causas reales o imaginarias, sufre miedo, no un exceso de adrenalina en la sangre. Y no se arregla su situación con ningún fármaco (aunque, puntualmente, un sedante pueda ser muy útil) .
Hay otra cosa que me gustaría ressaltar: pretender que una persona con un trastorno de personalidad es simplemente el receptor de una loteria que le ha tocado, constituye la imagen inversa, pero idéntica, de considerarlo poseído por el diablo; en ambos casos tenemos un ‘sujecto pasivo' –al que cuidamos o al que maldecimos– en lugar de un ser humano con sus debilidades y potencialidades. al que hay que ayudar, pero que toma decisiones y efectúa acciones sobre su propia vida .
“... dado que libertad implica responsabilidad, es fácil ver la raíz del atractivo de la esclavitud: promete la alivio de la responsabilidad ”.
[Thomas Szasz - Esclavitud Psiquiàtrica]
“Renunciar a la libertat es renunciar a la cualidad de hombres, a los derechos de humanidad e incluso a los deberes”.
[Jean-Jacques Rousseau - El contrato social]

Sea cual sea el grado de comprensión que tengamos, un trastorno mental es un problema real y hay que encontrarle alguna solución real. Y una vez se le ha aplicado un nombre al trastorno, hay que aplicar un tratamiento a la persona. Y el caso es que todo tratamiento presupone, explícita o implícitamente, una cierta idea del problema que pretende solucionar. Y mientras no haya una comprensión más profunda de los trastornos, los tratamientos se harán en base a muchas suposiciones.

Si suponemos que un trastorno mental es una enfermedad exclusivamente somática, aplicaremos un tratamiento exclusivamente encaminado a modificar el funcionamiento de algunos neurotransmisores (porque el estado del arte en este terreno, no llega a concretar más). Y si supusiéramos que es un problema exclusivamente psicológico, aplicaríamos un tratamiento exclusivamente psicológico (estoy señalando tan sólo los dos enfoques básicos).

El caso es que cuando dejamos de lado alguna de las hipótesis (que no haya sido refutada), dejamos de lado también algunas de las posibilidades de mejora. Y hay cosas más graves. Si olvidamos que el que sufre un trastorno mental es una persona (es decir, que se le pueden aplicar todos los conocimientos de medicina, de psicología, de pedagogía, de relaciones humanas, etc.) Dejamos de lado una gran cantidad de posibilidades de mejora humana y clínica. Está claro que todo ser humano es diferente de los demás, y para llegar a superar sus dificultades en particular, se deberá apoyar en sus capacidades en particular, aquellas de las que ya dispone. Y, a diferencia de algunas dificultades que resultan patentes (de las que empleamos para catalogar síntomas y signos), tanto dificultades profundas o interiores, como capacidades latentes o poco explotadas resultan invisibles a simple vista. De hecho, invisibles tanto para el terapeuta como por el sujeto.

La situación, sin embargo, es que algunas personas superan trastornos de forma no comprendida ni atribuible de forma exclusiva al tratamiento, mientras otras sufren un deterioro, a pesar de los tratamientos aplicados.

3) actitudes de fatiga y resignación por parte de afectados y de sus familiares ,
actitudes de paternalismo y obcecación por parte de profesionales del sector.

No añadiré nada que no haya experimentado y observado quien ha pasado horas en la zona de psiquiatría de algún hospital.

Un trastorno mental conlleva (significa) un desencaje de la persona con su entorno y con los retos normales de la vida. Con el trastorno estos se vuelven mayores. El primer propósito de los antipsicóticos es sacar la agitación y aportar calma mental.

Para algunos trastornos, los sujetos pueden requerir mucha atención de los familiares o cuidadores. Y cuando estos, además, no saben cómo tratarlos, la situación es intensamente estresante.

Cuando se explica a amigos y conocidos que tienes un hijo diagnosticado con esquizofrenia, muchos de ellos nunca más vuelven a preguntarte por tu hijo. Nos enfrentamos a uno de los tantos tabúes de nuestra sociedad. Es muy interesante y necesario hablar abiertamente de los trastornos mentales.

Los psiquiatras, simples seres humanos, acostumbran a tener sus propias opiniones en gran estima. Y es fácil que transmitan lo que es sólo su opinión, o una corriente de opinión, como si fuera una realidad comprobada. Así, no es dificil encontrar (por separado!) Que dos psiquiatras emitan pronósticos diferentes para el mismo paciente. Si en vez de dos psiquiatras se consulta con un psicólogo y un psiquiatra, la diferencia puede ser aún más notable.

Un mínimo sentido de prudencia invita a no crear falsas esperanzas, sobre todo ante un pronóstico grave. Cuando, además, el psiquiatra cree en la 'incurabilitat' de un trastorno mental, no sólo evita crear expectativas de curación sino que tiende a contemplar con un poco de paternalismo a aquellos a quienes (cree él) no tienen ninguna posibilidad. Obviamente, este retrato es el de un cierto tipo de profesional de la psiquiatría, bastante común, pero de ninguna manera aplicable a todos.



Cuando ponemos juntos todos los elementos mencionados, tenemos una situación que pone a prueba al más templado. Y es en este tipo de situaciones donde más necesario se hace una actitud positiva. Por positiva no quiero decir creer que las cosas sucederán de la manera que se desea; quiero decir que para obtener mejoras, en cualquier situación, hay que comenzar por creer que son posibles, que hay cosas a mejorar. Los datos, o la realidad si se quiere, muestran cosas muy diversas, de todos colores. Hay mejoramientos y empeoramientos sin comprender el porqué. Y cada uno decide hacia qué lado quiere remar.