Me quedo dándole vueltas a una de esas frases lapidarias que nos legó Jorge Luís Borges: «“Está científicamente probado” es un exordio que indica que lo que se va a oír es mentira»
Refuerza mi opinión de que estamos en una época altamente tecnificada pero mucho menos científica de lo que nos gusta creer. Es fácil advertir la tecnificación, esto es la aplicación de la ciencia. No se nota tanto, al menos a primera vista, la poca investigación de base, aquella de la que no se espera un rendimiento económico a corto o mediano plazo. Incluso antes del actual 'harakiri económico', ya se efectuaba poca investigación de base.
Está claro que la investigación de base es la más rentable para una sociedad, pero seguramente no tanto para las personas que la financian. Napoleón Bonaparte rehusó financiar las investigaciones de un noble italiano que apilaba discos de diferentes metales, los humedecía con vinagre, y conseguía una cosa que se llamaría 'electricidad'. Era difícil prever la utilidad de esa 'electricidad' cuando el único fenómeno visible era la atracción de objetos minúsculos y ligeros o la contracción de unas ancas de rana.
De un modo u otro, y a pesar de la poca investigación de base, el substantivo 'ciencia' y el adjetivo 'científico' gozan de una gran reputación; no es extraño que muchos traten de apropiárselos. Googlear 'científicamente probado' o 'científicamente demostrado' nos lista toda clase de productos, sistemas y teorías que pretenden apoyarse en la sonoridad de las palabras respetadas para ganar respetabilidad.
'Ciencia', según la RAE, es "el conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales". La ciencia constituye una finalidad por si misma, busca el saber por el saber. La técnica está siempre mediatizada; persigue una finalidad determinada; a veces una utilidad general, a veces exclusiva para reducidos grupos.
La investigación científica requiere de un método bien establecido. Diferentes ámbitos del conocimiento usan metodologías también diferentes, pero nunca arbitrarias. La técnica, esto es la aplicación de la ciencia, al no perseguir 'principios y leyes generales' no está sujeta a tantas limitaciones: basta con alcanzar las finalidades perseguidas tal como las haya definido (explicita o implícitamente) el investigador o quien financia la investigación.
Convencer a una mayoría de físicos de que los fenómenos observados se corresponden con la hipotética partícula de Higgs, es una tarea ardua. Convencer a un gran número de potenciales clientes de que tal formulación de detergente 'lava más blanco' también requiere esfuerzos, pero de otro tipo, poco relacionados con 'la verdad' (sea lo que sea esto).
La ciencia al madurar adquiere modestia, reconoce sus limitaciones. Kurt Gödel borró de un plumazo el antiguo sueño de una matemática perfecta. La física cuántica contradice el sentido común, (y sin embargo produce un conocimiento cuya aplicación ha permitido los aparatos electrónicos que nos rodean). Karl Popper, en 'La lógica de la investigación científica', advertía que "las teorías científicas no se construyen sobre rocas sino sobre terrenos pantanosos que a veces sólo sirven para sostener la estructura".
La técnica, la obtención de un resultado útil a alguien utilizando el conocimiento científico disponible, no reconoce ningún límite. Se reconoce, a veces, un coste excesivo, no una limitación 'per se'.
Cada una de las 'verdades' científicas se apoya en las demás [teorías aceptadas como 'verdades']. La tesis de Duhem-Quine determina que no se puede verificar aisladamente una hipótesis científica cualquiera. Y de ello extrae este corolario: "dada la suficiente imaginación, cualquier teoría (consistente en una o un conjunto finito de proposiciones) puede ser salvada permanentemente de 'refutación' por medio de algún ajuste adecuado en el contexto del conocimiento que la contiene".
Llaman mi atención las palabras-valores que se invocan para atribuirse legitimidad. Son distintas en diferentes contextos. Por ejemplo, en el DSM-IV se otorga una gran solidez al conocimiento adquirido empíricamente:
La utilidad y credibilidad del DSM-IV exigen que se centre en objetivos clínicos, de investigación y educacionales, y se apoye en fundamentos empíricos sólidos.
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Hemos intentado discutir los temas y los datos empíricos al empezar el trabajo, para poder identificar potenciales problemas y diferencias de interpretación.
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Más que cualquier otra nomenclatura de trastornos mentales, el DSM-IV está basado en la observación empírica.
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El Comité Elaborador del DSM-IV y los grupos de trabajo han efectuado un proceso empírico a tres niveles, que ha incluido: 1) revisiones sistemáticas de la literatura hasta ahora publicada, 2) reanálisis de los datos ya recogidos y 3) estudios de campo.
En el terreno de la física nuclear, en cambio, se deplora no ir más allá de un conocimiento empírico [extraído de aquí]:
Hace cosa de 60 años, el descubrimiento de la energía nuclear prometió la solución definitiva a los problemas energéticos del mundo. Hasta el momento, esta promesa no se ha cumplido. El desarrollo de la tecnología nuclear se ha estancado, con las centrales nucleares utilizado todavía la tecnología desarrollada medio siglo atrás.
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Los avances en el acceso a este recurso, ha sido sin embargo muy lento. Desde el punto de vista científico, el principal problema es la falta de conocimiento. A pesar de muchos cientos de centrales nucleares funcionando correctamente, nuestra comprensión de las fuerzas nucleares es sólo empírico y el conocimiento empírico es siempre imperfecto.
Incluso el status de 'ciencia' se pone en dudad para algunas disciplinas. Un estudiante de económicas en Barcelona me comentaba, muy sorprendido, una frase de su profesor: "Un economista es alguien que sabe justificar perfectamente porqué sus previsiones no se cumplieron". Ed Leamer, un profesor de economía en la UCLA habla de “econometría basada en la fe” (faith-based econometrics) [citado aqui]. Mario Bunge, en su libro "Las pseudociencias !vaya timo!", escribe: ".. la economía neoclásica se ha convertido en una pseudociencia más, pero se trata de una pseudociencia que se oculta detrás de una fachada matemática, lo cual intimida al analfabeto matemático" [comentado aquí]. Una simple búsqueda con "economía pseudociencia" o "economía falsa ciencia" nos lista una gran cantidad de artículos y posts.
Algo parecido ocurre con la psiquiatría. Recibe críticas de todos lados, desde 'serias' como las de Thomas Szasz hasta diatribas de clientes insatisfechos. John Read (en 'Modelos De Locura', John Read, Loren R. Mosher, Richard P. Bentall) escribe: "Durante el siglo xix, el progreso de la medicina fue espectacular, por lo que resulta comprensible que surgiera la motivación de alcanzar unos logros parecidos en lo que respecta a la locura. Se crearon nuevas categorías de locura, pero *la psiquiatría no se había comprometido lo suficiente en el proceso científico* como para dejarlas de lado cuando se comprobó que no eran eficaces. Por otra parte, la psiquiatría no se podía permitir abandonar la búsqueda de las «enfermedades mentales», ya que su supervivencia como ciencia médica dependía de ello."
Parece que es facil deslizarse del procedimiento científico al proceso industrial. Y, dada la propensión al autoengaño que caracteriza a los humanos, es facil deslizarse de la ardua investigación a la dulce autosugestión. De aquí a la simple estafa hay solo un paso.
A la estafa o a la secta.
ResponderEliminarAbrazos
Cierto. De hecho, también podríamos considerar la adoración del dinero más allá de su utilidad como una secta.
EliminarAbrazote