lunes, 27 de junio de 2011

Relación terapéutica



Surfeando por blogs afines encuentro este post  en Tira los Muros y, mira por donde, me gusta más que lo que estaba preparando, así que corta y pega (solo el poema, mejor leer todo el post):

LA ALIANZA O VÍNCULO TERAPÉUTICO

Sólo te puedo acompañar desde mi propio camino.
Sin forzar tu paso ni eludir tu destino.
Solo te puedo acompañar
con el distante y cercano apoyo de mi saliente presencia.
Apoyando tu búsqueda,
acrecentando la ciencia de tu ser irrepetible,
de tu infinita conciencia.

Solo te puedo acompañar
con la honestidad de mi búsqueda no concluida,
sin pisar tu camino,
sin suprimir tu esfuerzo
ni abreviar la distancia de tu propio sendero.
dejando que tú seas el único protagonista de la trama
que brota misteriosa y multiforme de la fuente inagotale de tu alma.

Solo te puedo acompañar respetando tu historia.
Por eso nunca seré ni tu salvador,
ni tu mesias, ni tu estrella,
únicamente un hermano que camina a tu lado,
sin contaminar tu búsqueda con mi retraso.

Te acompaño en la libertad y en el respeto,
queriendo que tú seas tu propio modelo,
tú el artesano que forja el acero de tu espíritu.
No cantaré tu canto.
No borraré tu huella.
Simplemente cuando estés cansado
te ofreceré mi mano, te indicaré tu estrella
y sabrás que camino a tu lado.

Autor: Héctor Valenzuela


martes, 21 de junio de 2011

A VECES LAS COSAS SALEN BIEN



Por sorprendente que pueda parecer, a veces, los cosas salen bien. Es decir, que los acontecimientos se desarrollan del modo previsto y deseado o, sencillamente, de la manera que nos parece mejor. En ocasiones ello se debe a la perfecta planificación y ejecución de un trabajo. En otras, debido a nuestra profunda sintonía con el mundo. Y, a veces, por simple azar.

Ocurre, además, que estas cosas que salen bien son las más importantes, las que configuran y dan significado a la vida. Y el tema del pensamiento positivo, de tan manido se olvida.

Los noticiarios, periódicos, etc. suelen recopilar lo peor del género humano, pues un viejo axioma periodístico dice “Que un perro muerda a un hombre, no es noticia. Sí lo es que un hombre muerda a un perro”. No obstante, que mil personas habitualmente se amen es más importante y significativo que el hecho eventual de que dos de ellas se peleen. Aún si esto último es noticia y lo primero no.


Hago esta reflexión porque examinando este blog me doy cuenta de que enfatizo muchas cosas que podrían funcionar mejor, subvalorando las otras tantas que podrían andar muchísimo peor, pero que gracias al esfuerzo positivo de algunas personas, van a mejor.

Entiendo, o por lo menos creo, que no estoy aportando datos falsos. Pero ciertamente estoy falseando la realidad si solo reflejo una parte de ella. Como si de un ensayo clínico considerara únicamente aquellos sujetos que presentan resultados favorables a determinada tesis.

En eso de los sesgos, hay otro aspecto a tener en cuenta. Los hechos que mi conciencia alcance a percibir es algo que depende del estado de ánimo en que me haya posicionado, la famosa botella medio llena o medio vacía.

***

Total que me voy a la fiesta del 19J y la encuentro abrumadoramente esperanzadora. Leo algunos posts de l@s que estuvieron en el 2CBS y me reafirmo en lo de las personas positivas que se esfuerzan para que su parte vaya a mejor. Habrá que sumarse a la onda positiva.

viernes, 17 de junio de 2011

Patologías Vs. Pecados



Recupero hoy un autor heterodoxo por el que siento aprecio. Me refiero a Claudio Naranjo, conocido sobretodo por la tipología del carácter llamada 'enegrama'. De su libro de 1.995 titulado 'El Eneagrama de la sociedad' (subtítulado 'Males del mundo, Males del alma'), extraigo el siguiente párrafo:

En el mundo moderno y secular ya se habla poco de pecado, y se sospecha de los que aún conservan el término en su vocabulario como de tradicionalistas o culposos. En cambio se habla mucho de patologías. Aplicamos al mal de la conciencia el lenguaje de la medicina, y al hacerlo rescatamos sin advertirlo el sentido original de la palabra pecado que venía quedando casi olvidada tras la contaminación de la noción de mal como disfunción con la de mal como maldad.
La perspectiva psiquiátrica nos ha invitado a pensar no tanto en maldades o conductas destructivas como en disfunciones, confusiones o desviaciones de los impulsos. Y en esto último nos encontramos con el significado original de hamarteía —término prestado de la arquería con que se designa el pecado en los Evangelios, y cuyo significado original era el de no dar en el blanco.
Se encuentra aquí la teología original con la psicopatología de hoy, porque desde Freud también entendemos las fallas de la psiquis como desviaciones energéticas —impedimentos que se interponen entre la espontaneidad y la acción, causando rebalses de la energía psíquica hacia fines derivados.
La diferencia entre pecados y patologías es, sin embargo, el locus de la responsabilidad: en tanto que «pecado» acusa, responsabilizando al individuo, «patología» excusa, responsabilizando a causas pasadas o presentes más allá del individuo mismo. De las patologías mentales e interpersonales somos víctimas, de los pecados somos responsables.
Obviamente, cada una de las perspectivas tiene su utilidad y ambas se complementan, pues somos a la vez seres físicos instalados en un universo causal y seres más que animales a quienes un destello de libertad hace responsables.

Viene a cuento porque la perspectiva que se toma frente al que sufre resulta determinante. Si se trata de un ser carente de toda responsabilidad sobre su vida, basta con administrar el paliativo adecuado. Mientras que si se trata de un ser con responsabilidad sobre su vida, lo adecuado sería ayudarle a que supere sus errores. Y, desde luego, caben puntos intermedios.


lunes, 13 de junio de 2011

Cosas de la vida



Cuando era adolescente a menudo me hacía preguntas sobre cómo ocurrían las cosas. Al oír contar el exterminio de millones de judíos y otras etnias por parte del partido nazi, no alcanzaba a comprender de que manera esto había podido ocurrir. Resultaba obvio que para llevar a cabo tal masacre, no bastaban los pocos fanáticos que se juzgaron en Nurenberg. Poco a poco se fue dibujando una respuesta. Lo sintetizó muy bien un pastor luterano, Martin Niemoeller, en su sermón de la Semana Santa de 1946:
    Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
    guardé silencio,
    porque yo no era comunista.
    Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
    guardé silencio,
    porque yo no era socialdemócrata.
    Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
    no protesté,
    porque yo no era sindicalista.
    Cuando vinieron a buscar a los judíos,
    no protesté,
    porque yo no era judío.
    Cuando vinieron a buscarme,
    no había nadie más que pudiera protestar.
   
Más tarde fui testigo mudo de muchas guerras y genocidios a gran escala, a menudo provocados por los que anteriormente fueron víctimas. Los conflictos de todo tipo, de hecho, no han cesado de aumentar. Y mientras a principios del siglo XX los civiles eran 'sólo' el 10% de las víctimas en las guerras, hacia fines de ese siglo representaban cerca del 90%.

Me resulta llamativo el fenómeno paralelo de la normalización de las atrocidades, el proceso mediante el cual se puede seguir disfrutando de una cena mientras se contemplan masacres convertidas en espectáculo. Constato que los medios de comunicación tradicionales, si atendemos al significado de 'comunicación', han dejado de existir. En palabras de Patrick Le Lay, director general de la primera cadena de TV francesa (en 2004), «Lo que nosotros vendemos a Coca-Cola, es tiempo de cerebro humano disponible».

Afortunadamente, la ley que estipula "a toda acción se opone una reacción de igual fuerza y sentido contrario" se aplica también a los desastres. Y al tiempo que el periodismo ha ido perdiendo su vertiente de 'servicio a la sociedad' para convertirse en un 'Ministerio de la Verdad' Orwelliano, han aparecido otros medios que sí son de comunicación. Esto no constituye una mejora tan grande como pudiera parecer. Si hace medio siglo era difícil conseguir cualquier información, ahora es difícil seleccionar la información útil y fidedigna entre el caudaloso río de Internet; para obtenerla uno debe, necesariamente, buscarla.

Por lo que hace a barbaridades, este blog (y los afines, algunos de ellos con link a la derecha de la página) se interesa principalmente por las que tienen alguna relación con la psicología y la psiquiatría. En realidad fueron éstas las que me indujeron a indagar y escribir sobre ello. Y fue gracias a esta actividad que descubrí la cantidad (quizá pequeña en porcentaje pero grande en significación) de profesionales de la salud mental que recuerdan lo de 'primum non nocere' y se esfuerzan por aplicarlo y extenderlo.

En poco tiempo, diversas amigas que trabajan con niños me traen el mismo mensaje: "en mi escuela uno de cada cinco niños está medicado a causa del TDAH". Pido más detalles, una de ellas me cuenta un ejemplo "a tal niño desde que nació su hermanito le diagnosticaron TDAH". Es decir, que si un niño ve disminuir la atención que le dedicaban sus padres e intenta recuperarla con los mecanismos que están a su alcance, esto se llama enfermedad. Vaya, miles de años tomándolo por normalidad y ahora resulta que era patológico.

A poco que uno observe la situación, se da cuenta que no puede achacarse el fenómeno exclusivamente a las farmacéuticas. Por muy malas que sean éstas, además, es preciso que unos padres prefieran administrar pastillas en lugar de ejercer de padres. Y que unos facultativos prefieran atender otros intereses que los del niño y sus problemas. Y que unos políticos prefieran sus juegos de poder en lugar de servir los intereses de sus gobernados. A gran escala, como lo es, esto se llama enfermedad social. (Recomiendo encarecidamente este enlace, y este, y este).

Se menciona frecuentemente la declaración de derechos humanos. Poco se comenta la de 'responsabilidades y deberes humanos', declaración realizada 50 años después de la primera. Pero asumir responsabilidades y deberes es lo único que puede convertir en reales los derechos. Por ello resulta esperanzador ver como personas de toda la escala social se movilizan alrededor de la bandera de la indignación. Y muchos que no se sienten con ánimos de movilizarse lo apoyan con pequeños gestos, como la anciana que lleva a la plaza Cataluña el pastel que ha cocinado diciendo "lo estáis haciendo muy bien, ya era hora que alguien se moviera".

viernes, 10 de junio de 2011

Disciplina



Preguntando ¿ qué es para ti la disciplina ? ¿ para qué sirve ? he constatado las connotaciones negativas que esta palabra conlleva. Como tantas otras con significado profundo, está gastada por un mal uso. Busco definiciones (aparte de su acepción como 'arte, facultad o ciencia') y se destaca el sentido de imposición en algún tipo de instrucción. Encuentro esta perspectiva extremadamente reduccionista.

Busco citas célebres al respecto y me quedo con una de Truman Capote:
    "La disciplina es la parte más importante del éxito"

Para acotar el tema de este post, elaboro mi propia definición: "Disciplina es lo que te permite hacer hoy, aquello que decidiste ayer; y decidir hoy lo que efectivamente harás mañana". Es decir que si hoy me siento entumecido y decido que mañana me levantaré más temprano para hacer footing, disciplina es lo que me permitirá hacer ejercicio y sentirme mejor. Lo opuesto, el poco hábito de autodisciplina, es lo que hará que, al sonar el despertador, encuentre una excusa razonable para seguir durmiendo.

Es frecuente atribuir a esta capacidad o a este hábito, un carácter de padecimiento. Como si la autodisciplina comportara un sufrimiento, opuesto al placer de la autoindulgencia. Ello es debido, considero, a nuestra tendencia a ver sólo un cara de la moneda; a hacer abstracción de lo que comporta cualquiera de nuestras acciones u omisiones.

Con plena conciencia o sin ella, optamos. Por ejemplo, entre fregar los platos antes de irse a dormir, o encontrarse la cocina hecha un asco mañana. Si en la vida cotidiana, en lugar de imaginar aspectos aislados, como monedas con una sola faz, contemplamos el conjunto de las posibles acciones y lo que comportan, con sus caras y sus cruces, entonces podemos decidir. Sin disciplina no hay libertad de elección. Elegimos estar en forma más levantarse temprano y sudar, o descansar muchas horas más no estar en forma. Pasar el fin de semana estudiando más presentarse al examen en condiciones favorables o salir de juerga el fin de semana más tener pocas posibilidades de superar el examen.

La toma de decisiones es un tema bastante estudiado en psicología. Y desde antiguo. A principios de siglo XX el señor Gillette hizo y aplicó un importante descubrimiento. Dado que una navaja de afeitar es muy cara para un simple obrero, se le pueden vender pequeñas hojas de afeitar que, aún durando poco, cuestan poco. A lo largo de su vida gastará mucho más en hojas de afeitar que comprando una (y solo una) navaja de afeitar; pero pagando de este modo, resulta más asequible (en otras palabras, inventó el 'usar y tirar'). Si volvemos al tema del ejercicio físico, uno hace muchísimo más esfuerzo arrastrando unos quilos de más continuamente, que moviéndose intensamente media hora al día; pero el esfuerzo pequeño y continuado aparenta ser menor.

Para hacer un esfuerzo 'extra' parece que hace falta un estímulo 'extra'. Ese estímulo 'extra' es lo que aporta la motivación, o la capacidad de percibir por adelantado el resultado deseado de la acción. Es lo que hace que un deportista de élite se someta a un entrenamiento especialmente duro como medio para llegar a levantar una copa. Elige esfuerzo más gloria en lugar de comodidad más mediocridad.

Y si observamos el funcionamiento de la psique, en toda clase de procesos, nos damos cuenta que aquí el tema de la disciplina sigue las mismas pautas.

Albert Einstein de joven no parecía especialmente dotado para las matemáticas, incluso tuvo dificultades para acceder al Politécnico de Zurich. Años más tarde, preguntado sobre como había podido revolucionar la física siendo un simple empleado en una oficina de patentes y de como había podido encontrar soluciones a problemas que se habían resistido a científicos muy destacados, respondió: "manteniendo un problema dentro de mí hasta encontrarle solución".

La capacidad de no rehuir la dificultad, de mantener la atención en aquello sobre lo que uno está interesado, constituye un tipo muy interesante de disciplina. La mayoría de nosotros habremos experimentado que si uno se deja rodar de pensamiento negro en pensamiento negro, acaba con una depresión de caballo. Y que, en cambio, si cuando aparece un pensamiento negro hace el esfuerzo de recordar los momentos buenos, poner en práctica lo que en otro momento le hizo sentir bien y además frecuenta las buenas compañías, puede acabar entusiasmado.

Hay una larga tradición en la disciplina de la mente. Antes de que en Grecia se crearan ciudades estado y se permitieran el lujo filosofar, en lo que actualmente es la India ya se conocían algunas prácticas de meditación para 'domesticar' la mente. Curiosamente, esas prácticas no tienen nada que ver con el 'dominio' y el 'control', son precisamente lo contrario. Relajar la mente y dejarla que repose en lugar de andar dando tumbos de pensamiento asociativo en pensamiento asociativo.

Y recientemente, científicos del MIT examinaron a 16 participantes en un curso de meditación de 8 semanas. Un tipo de meditación que se centra en la observación sin prejuicios de sensaciones y sentimientos. Los sujetos practicaban durante unos 30 minutos al día. Se tomaron imágenes cerebrales de cada sujeto antes y después del curso. Los científicos encontraron aumentos en la densidad de materia gris en el hipocampo, un área responsable del aprendizaje y la memoria. Y vieron disminución de la densidad en la amígdala, que es responsable de nuestra ansiedad y respuestas de estrés.



El objetivo de este post era examinar un poco el tema de la disciplina. Me chocó que se pudiera llamar 'disciplina' a la simple imposición por la fuerza de una voluntad sobre otra: nadie puede aportar a otros más disciplina de la que se aplique a sí mismo.